Acordes colmados de esplendor, de sensibilidad, de conmovedora ternura y humanidad, resonaban en la mañana del 26 de marzo, quinto domingo de Cuaresma, en el templo parroquial de Santiago, con motivo de la proclamación del pregón de Semana Santa de 2023. Esas esencias manaban jubilosas del alma de María Hernández López, encargada de pregonar la conmemoración nazarena que en Totana se reviste de aromas y matices de diversidad y singularidad, de un cromatismo embebido de devociones, de pasiones que fluyen del corazón a la razón, de lo asombroso a lo indescriptible, de lo exuberante a lo genuino.
Con la mirada puesta en la grandeza del Crucificado, agradecida por su protección y amparo, superando la adversa circunstancia de un atropello circulatorio que, la noche anterior a tan esperado acontecimiento, parecía querer quebrar la radiante ilusión de la pregonera, tomaba María la palabra. Lo hacía gozosa de sentirse enraizada a esta tierra de Totana, a sus tradiciones y valores, honrando el legado recibido de sus mayores, en un caminar forjado por la experiencia y el testimonio de aquellos que consolidaron sus pasos con la hondura del tesón, de la entrega, de la autenticidad, de los vínculos de la fe. Una fe, la de Cristo y su Evangelio, que María recibió en su entorno familiar, que ha vivificado en los grupos parroquiales, que ha crecido en la meditación, que se ha aquilatado en la fecunda vida de hermandades y cofradías, pero también en la responsabilidad cultural, social y solidaria, una fe que sigue fortaleciendo y derramando en su actividad laboral, atendiendo con la dulzura de consideradas manos, con un espíritu rebosante de comprensión, las necesidades de los mayores, de aquellos que requieren de expresiones, de acciones, de gestos… afirmados en la fraternidad.
El texto con el que María anunció la excelsa dimensión de esta celebración, presentado con ágil destreza, brotó con esmero y templanza, ungido de delicadeza, exultante de contenido, abriendo cauces para la reflexión comprometida con la realidad de nuestro tiempo, invitando a robustecer emociones y usanzas en la fragancia del Evangelio...
Gracias, María, por regalarnos tanta belleza, por mostrar con audacia la transparencia de recuerdos y vivencias, por compartirlos con generosa naturalidad, con deslumbrante franqueza. A través de ellos, han quedado grabados en el aliento nazareno de Totana, la riqueza y amplitud de unas exhortaciones que apremian a ser miembros implicados en hermandades y cofradías, a ser copartícipes de un proyecto que, manando del costado de Cristo, convoca a trabajar, en fidelidad a sus raíces y fundamentos, en favor de la concordia, de la escucha atenta, cooperando en la tarea de acercar a los hombres y mujeres de esta tierra al gran mensaje del amor que en la cruz alcanza plenitud de razón y sentido.
Transmitir mi admiración y reconocimiento a María Hernández, como también la enhorabuena a Adela Arnao, presidenta del Ilustre Cabildo Superior de Procesiones de Totana, por depositar, con excelente acierto, el cometido de difundir nuestra Semana Santa en la persona de María que, con su pródiga y certera alocución, ha trazado un sendero de gloria en la historia nazarena de la ciudad.
Juan Cánovas Mulero
Cronista Oficial de la Ciudad de Totana